Este post no tiene título porque creo que la imagen que lo precede hace las veces de encabezamiento. Y esque no se podría poner otra cosa.
Lo que voy a contar es referente al segundo día en Edinburgh. En concreto a la primera vez que tuve que volver a casa solo.
35, 35, 35, 35, 35. Parece fácil recordar el número de autobús que tienes que coger para volver a casa, y lo es. Pero, despistado de mí se me pasó por alto un pequeño detalle: Cogerlo en la otra dirección. Total, que a mitad de trayecto, me doy cuenta de que voy en sentido contrario. Me bajo del bus y voy a la otra acera. Bien! Estoy en el bus correcto.
Garage Marks & Spencer, garage Marks & Spencer, garage Marks & Spencer. Parece fácil recordar la parada en la que te tienes que apear, y lo es. Lo malo viene después, cuando estás en la puta calle en plena noche, no es que fuera tarde sino que anochece a las 4, y tienes que buscar el camino a casa guiándote por indicios, intentando reproducir el camino que desde el coche de mi señora parecía muy fácil. Para un lado, para el otro. Al menos no tenía ninguna duda de que me había bajado en la parada correcta. Pero tú, no había forma. Pasaba el tiempo y no daba con los dos puentes, que eran el referente, la meta de la primera etapa que tenía que superar. Ni padiós.
Me encuentro a un escocés muy elegante en el garage-gasolinera Marks & Spencer. Ya de preguntar mejor a uno con estilo ¿no? Estilo sí, pero idea poca. No sabía nada de los dichosos puentes. Pero, pero, pero, al igual que él, su coche también tenía mucha clase, vamos que era un pepinazo. Me invita a ir a su coche y mirar en el mega GPS última generación, . De esta forma ya era imposible no encontrar mi destino. Pues ni con esas. Me costó la vida. Preguntar a otras dos chicas que conocían bien la zona, andar, andar, andar,....de repente, ¡Coño los puentes! Mikel como unas castañuelas, pensando que ahí terminaba su calvario y podría por fin llegar al calor de su dulce hogar, situado en Redhall Road. No Redhall Avenue. Está bien remarcarlo porque ahí empezó la peor fase de mi aventura. Como una joven liebre por el campo en primavera, aunque sea otoño y haga frío, iba yo buscando el número 43, el de mi casa. Di con él fácilmente, pues seguía el internacional metodo ordinal de pares a un lado e impares al otro.
Antes de seguir, quiero que quede clara una cosa: Todas las casas son muy parecidas, era de noche, estaba oscuro y era la primera vez que iba solo a la casa. Hecha ya la aclaración, prosigo.
Meto la llave en la cerradura de la puerta 43. Entra sin problema. Oigo a Murphy el perro de mi familia ladrar. Sensación de alivio. Ya sólo quedan 30 segundos para poder sentarme en un sitio calentito. Intento girar la llave, pero esta no responde. Otra vez. Nada. Pienso que se habrán dejado la llave puesta por lo que decido llamar al timbre. Cuál es mi sorpresa, cuando me aparece un chavalillo de unos 12 añines que no había visto en mi vida, y veo una pared que no corresponde a la de mi casa. Y claro Murphy no era Murphy, sería yo que sé,...Tobby. ¡Tierra trágame! ¿Qué pensaría el pobre niño viendo a un extranjero melenudo de metro 87 en la oscuridad, vestido entero de negro intentando abrir su puerta?
Desesperación total. ¡¿Cómo hostias putas se llega a mi jodida, puta, zorra casa?! ¡Joder!. ¿Por qué existen un Redhall Road, un Redhall Avenue y un Redhall Garden con las mismas numeraciones en las puertas? Vagando por el barrio residencial habitado por familias felices, dí con Redhall Road, y con el 43, el bueno, el mío.
A los de la casa ni una palabra, no se vayan a pensar que soy idiota. y me dice la señora, que qué fácil he llegado para ser el primer día. Yo pensé: te mato. Así que le conte una miguina, solo lo del gps, que queda mejor.
La imagen de arriba me viene muy bien para decir que estoy enganchado hasta las trancas a Lost.
3 comentarios:
Muriendome de la risa estoy... jajjajajaj
soy ibon, a todo esto
aissssssss
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