O quén quieres ser.
Aste Nagusia, da igual el año, cualquiera de estos recientes ya pasados o incluso este mismo en el que estamos nos puede valer. Un joven observador y curioso pasea por la villa bien entrada la noche. Ahora no llueve, pero como siempre en esta semana, puede brotar una chaparrada de un momento a otro. Sin embargo, esto no le impide ni a él ni a casi nadie disfrutar de la semana más larga y grande, con todo lo que grande implica, que existe en el Mundo. No hace frío pero no le sobra el jersey a los hombros; donde fueres haz lo que vieres. Su recorrido un tanto voyeurístico, (mira la fiesta sin participar en ella) ha empezado en Moyua, y ya desde allí se percibe la alegría que inunda el bocho la tercera semana de agosto. Esto no hace otra cosa que aumentar sus ganas de adentrarse de lleno en la celebración. Sigue a la marea.
El primer núcleo de gente que descubre es GogorrEGI. Las tres últimas letras ya le dan alguna pista de lo que va a encontrar allí. La música que escucha también. Hay gente guapa, o al menos, gente socialmente considerada como guapa. Algo que le llama la atención es la falta de concordancia entre los vasos (de plástico, en el peor de los casos de papel de Coca Cola cuyo culo se deshace) y la vestimenta de la gente, pero rápidamente lo atribuye a la característica actitud de ligera arrogancia bilbaína (yo bien vestido hasta para tomarme un katxi). Nuestro amigo sigue su camino.
Sorteando el gentío que abarrota el puente del Arenal llega al Arriaga. Aquí se ve obligado a tomar una decisión, ¿izquierda o derecha? Parece que lo va a meditar, pero finalmente se guía por un impulso que lo hace bajar las escaleras a su derecha. Al fin y al cabo, él es un mero espectador, y como no tiene ninguna intención de ser uno más de entre los alegres participantes del festejo, no tiene demasiada importancia optar por uno u otro lado.
Ya por el puente notaba que algo iba cambiando de manera sutil, pero no sabía qué. Era algo físico, tal vez era simplemente la arquitectura, que se volvía a cada paso más antigua hasta llegar a ser vieja en los puntos más recónditos del Casco. No. Era algo más evidente, más cercano a la altura de sus ojos. Sin duda se trataba de algo físico, quizá de la estética que lo rodeaba. ¿Qué era? Aquello de lo que, cuanto más se mezclaba entre la gente de su nueva ubicación más consciente era. De pronto, una chica emocionada por algún hit punkarra se abalanza sobre él y deja caer parte del contenido rojizo de su katxi sobre el pecho de nuestro ya querido joven, que ni se inmuta pues, éste suceso no deja de ser un detalle más dentro de su análisis nocturno.
-¡Ay! Barkatu. - se disculpa ella mirándole directamente a los ojos-.
Nuestro protagonista se queda perplejo. Al fin ha descubierto el misterio que tanto le inquietaba. Al fin sabe qué es aquello que iba mutando desde GogorrEGI hasta Kaskagorri. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? ¡Era la longitud de los flequillos! ¡En efecto!
En su primer objeto de investigación, los asistentes lucían hidratados, suaves y lisos flequillazos, siempre tirando a tonos claros, mientras que la gente que se encontraba ahora a su paso, hacía gala de unos flequillines cortitos, como pequeños cepillines sobre sus frentes y tirando hacia tonos rojizos. Por lo tanto, "los flequillos van disminuyendo en longitud del ensanche hacia el Arriaga, por lo menos en fiestas", concluyó.
"La diversidad de AsteNagusia" pensó.
Claro, si hasta los del PP tienen txosna. Como expresaba el publicitario y ex profesor de ehu Álvaro Gurrea en un documental de etb.
Una última aclaración. Nuestro observador protagonista tiene flequillazo, hidratado, puede que suave y tirando a tono claro. Pero tras reflexionar sobre los resultados de su estudio se ha rapado al cero, ahora ya puede ser un analista neutral, frío y distante.
2 comentarios:
Quizá en un futuro no muy lejano, sobre todo si opta por adentrarse en la gran cuesta que llaman iturribide algo le haga volver a la peluqueria, el pelo rapado nunca pasa de moda entre los skins.
yo epsero qeu el analista rapado no suba a la uni mañana porque el bullying que va a sufrir no tiene ni nombre
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